En la junta |
Al fin, llegaba el día 26 de enero, día que se celebraba el
gancho de “LA ALISEDA”. Después de estar ausente bastante tiempo en lo que a
caza se refiere, vuelvo a escribir otra de mis vivencias cinegéticas tan
escasas esta temporada.
Niebla tuvo la noche del veinticinco, como amaneció la
mañana del evento que, a las siete de la madrugada, bien por las ganas de cazar
o por despiste intencionado, sonaba los zumbidos de mi despertador, dando lugar
a pegar el salto de la cama y rezar a nuestra morenita que no se suspendiera la
cacería, la distancia de donde vivo
hasta la finca, tan solo esta a 14 kilómetros aproximadamente con lo cual, tiempo de sobra
tenia para a ver echado una cabezadita mas.
Los sorteos se celebraron el día posterior al evento
tocándonos en suerte el 6 de la armada “el
plano” postor: José Franco y el Orden de salida 9 .
La mañana se presentaba con mucha niebla y a medida que avanzaba
la mañana fue disipándose afortunadamente para los monteros.
Amigos monteros se daban lugar a la cita donde pudimos
compartir opiniones y lances vividos en otras cacerías, siendo mas amena la
espera de salida.
Una vez repartidos en los puestos, en lo que a nuestra
postura se refiere, sorteamos mi habitual compañera de puesto Raquel Gálvez, quien
tiraría primero, pues tan solo llevábamos mi rifle, fallo nuestro al pensar que
no sobrarían puestos, pues la noche anterior, ya nos informaron que podía
sobrar alguno.
De veinte a veinticinco rehalas batirían la finca de casi dos
mil hectáreas aproximadamente y si no me equivoco, empezando a oír los canes al
poco tiempo de ponernos, con lo que teníamos que estar pendiente dado que al
ser gancho de cochinos, todos los sentidos debían de estar al cien por cien. Ya
sabemos que los sigilosos cochinos entran si realmente están seguros, o si un
perro puntero los acosa debidamente.
A medida que la mañana avanzaba, nos entraba a ochenta metros
de distancia dos ciervas, muy sigilosas por cierto, como tranquilas y atentas a
los que les venia detrás, una de ellas inclusive se me paro en mitad del
carril, pudiéndola meter en el visor tan solo por aquello del gusanillo, dejándola
marchar perdonándole la vida dado que no era su día ni su hora.
Sobre las una y media, mi compañera Raquel, tuvo la
oportunidad de hacer lo mismo con otras tres que, en carrera desde el carril y
llevando las misma dirección que las otras dos, nos entraron de nuevo por el
claro dirección hacia el puesto cinco, de nuevo y ya con mi rifle en mi mano,
pude observar un vareto que nos entraba de frente, muy despacio y casi
entregado, a unos cinco metros en horizontal, nos miraba pidiéndonos clemencia,
pude apreciar con el visor hasta las lagrimas del animal que una vez mas, tubo
la suerte de no ir con el y por supuesto, de dar conmigo.
Sobre las 14:45 apreciábamos algunos coches saliendo de las
armadas, con lo cual decidimos de recoger al puesto posterior al nuestro y
mientras tanto, recoger mis bártulos dirigiéndonos seguidamente a la junta de
carnes y junta de monteros.
En lo que a la comida se refiere, unas judías muy buenas
acompañado de pipirrana y embutidos, carne en salsa y poco mas, nos hicieron las
delicias de lo que el final de la batida se refiere.
Dos cochinas y un cochino se presentaron en la junta de
carnes, a pesar de escuchar muchos tiros al menos por la mancha que cazábamos
nosotros, debió la gente fallar mucho en mi opinión..! en la de otros que digan
lo que quieran.
dos monteros y un rehalero donde los alla |