El pasado día 24 de Agosto, nos habrían la temporada de la paloma en la sociedad Carlos III de La
Carolina, en esta ocasión, yo iría acompañado de mi amigo Luis,
socio de esta sociedad.
La cita se dio lugar en la cafetería el
pollo como de costumbre, veintiuno cazadores se dieron cita para la
paloma, y otros tantos para el conejo, pues en vista de resultados
anteriores de otros años, la caza de la paloma dejaría un poco que
desear, mas otros tantos cazadores que la caza del conejo, por así decirlo, les tira mas, decidieron cazar esta modalidad, “la de
descaste”
Una vez realizado el sorteo en situó y
con los coches dispuestos a salir hacia la finca, nos dirigimos hacia
la entrada de la misma, donde estarían los postores esperando para
repartirnos, a nosotros nos tocaría en suerte el puesto nº12, puesto
querencioso en lo que a la torcaz se refiere, no así los puestos
que daban a la siembra, pues las zuritas y brábias aquerenciaban mucho
mas esa zona a cazar.
A medida que el sol asomaba, empezamos
a ver a lo lejos los primeros bandos, señal en principio de esperar
un buen día cinegético, y sabiendo de buena fe que esas mismas
palomas no serian tiradas por nosotros, pues como era de esperar, mas
fincas colindantes también cebarían para este día y, otros cazadores
las esperarían.
Mañana entretenida una vez que
empezaron a asomar las primeras torcaces, los primeros disparos te
alertaban de posibles entradas con lo que, sucesivamente toda la
mañana era un ir y venir de torcaces, zuritas y tórtolas en casi
todos los puestos hasta que, llegó el parón de las 9:30 como le
llamamos aquí y que posiblemente pase en todos los sitios.
A medida que la mañana avanzaba,
alguna que otra valiente torcaz se dejaba ver a una altura de las que
te quitan el sombrero, fallando como no era de esperar, al ver tan
apreciada paloma pasar por delante de tus hocicos con tan parsimonia vuelo.
Sobre las 11:00 medio día, empezamos a
cobrar las palomas abatidas, algunas que dimos por imposible
cobrarlas debido a la trayectoria realizada una vez abatida, y otras
por la falta de un buen perro que nos ayudara a cobrarlas,
un total de tres torcaces, cuatro
zuritas y una tórtola común cobradas y cinco perdidas.
Una vez cobradas nos dirigimos a la
junta para allí repartir por sorteo los 160 aves abatidas aproximadamente, los montones y por supuesto
comentar lances entre compañeros, así como degustar el ansiado taco
que, como de costumbre, realizamos una vez finalizada la cacería.